Lo que crees sobre ti está definiendo tu carrera
¿Y si tus creencias estuvieran definiendo tu carrera, tus relaciones y tus límites?
¿Cuántas decisiones en tu vida han sido dictadas por ideas que jamás cuestionaste?
Todos operamos desde un sistema de creencias que empezamos a construir desde la infancia: afirmaciones que repetimos o escuchamos tantas veces que terminan convirtiéndose en verdad… aunque no lo sean.
“Ya tengo 50 años, es imposible empezar de nuevo.”
“Las personas de mi edad no consiguen trabajo.”
“El amor es un sacrificio.”
“La vida es dura.”
“Mi sobrepeso se debe a lo mucho que como.”
“Después de cierta edad, de algo hay que sufrir.”
Estas frases no son hechos. Son creencias. Y lo más importante: son modificables.
Tus creencias no solo moldean cómo ves el mundo. Moldean cómo te ves a ti.
Muchas veces no cambiamos porque creemos que “así somos”. Pero lo cierto es que somos como aprendimos a ser. Cuando te das cuenta de que tu forma de pensar no es fija, se abre un mundo de posibilidades. Puedes revaluar, actualizar y transformar aquello que ya no te sirve.
Esto no va de positivismo ingenuo. Va de responsabilidad. Va de preguntarte:
¿Esta creencia me está ayudando o me está limitando?
¿Qué historia me estoy contando que me impide avanzar?
¿Qué evidencia tengo de que esto es cierto?
¿Qué resultados estoy obteniendo por seguir pensando así?
En el mundo laboral, estas creencias impactan más de lo que creemos:
– La forma en que pides (o no pides) un aumento.
– Tu reacción ante una retroalimentación.
– Tu disposición a reinventarte o aprender algo nuevo.
– Tu confianza en una entrevista.
– Tus decisiones como líder.
¿Y si cambiar una creencia pudiera destrabar un proyecto? ¿Una relación? ¿Un nuevo comienzo?
Las creencias no son ni buenas ni malas. Solo hay que ver si te están sirviendo.
Pregúntate si estás actuando desde un sistema de creencias que ya caducó. Porque lo que en algún momento te protegió, hoy puede estar limitándote.
No dejes que tus creencias secuestren tu potencial.
Cuestiónalas. Actualízalas. Cámbialas si es necesario.
Cada vez que eliges una experiencia nueva, estás sembrando la posibilidad de una creencia nueva. Y desde ahí, puedes construir una versión más auténtica, más valiente y más alineada contigo.