¿Por qué PENSAR EN LO BUENO CUESTA MAS?
¿Te has dado cuenta de que, casi sin querer, solemos enfocarnos en la preocupación, el miedo y la escasez? Pensar en lo bueno requiere esfuerzo, mientras que caer en la negatividad parece automático. Esto tiene raíces evolutivas: nuestro cerebro, diseñado para sobrevivir, busca protegernos anticipando riesgos. Sin embargo, vivir solo en “modo seguridad” puede apagarnos y alejarnos de las cosas que realmente queremos.
Pienso que lo importante no es juzgar este mecanismo, sino reconocerlo y actuar. Con conciencia y práctica, podemos moldear nuestra mente para ver más posibilidades. Así como aprendimos a ver el mundo desde el miedo, también podemos desaprender y reprogramar nuestra forma de pensar.
Te comparto un ejemplo personal: durante mucho tiempo sentí angustia los domingos por la tarde. No entendía por qué, hasta que logré conectar esto con que ya no disfrutaba las tareas laborales que venían el lunes. Esa incomodidad era una señal de que necesitaba un cambio.
Hay tres prácticas que me ayudan mucho a mover mis pensamientos hacia encontrar posibilidad:
Buscar las dos caras de cada situación.
Eso que etiquetamos como “malo” tiene también un aprendizaje o un beneficio escondido. A veces lo entendemos de inmediato, a veces lleva tiempo, pero está ahí.Agradecer.
Pensar en todas esas cosas que damos por sentado. No basta con hacer listas. Cada vez que agradezcas por algo, siente esa gratitud en el cuerpo. Esto te conecta con una actitud más abierta y positiva.Escribir.
Poner en palabras lo que sientes y lo que quieres te ayuda a conocerte mejor y a tomar decisiones más alineadas contigo. El proceso no es lineal, pero al escribir puedes ver más claro tu camino.
Cambiar nuestro "modo automático" es posible. Todo empieza reconociendo que no tenemos que quedarnos atrapados en lo negativo.